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Brisa: un soplo de aire fresco para la música y para Málaga

Texto: Borja Castrejana | Fotógrafia: Jorge Mir | 29 de julio de 2025
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El Brisa 2025 se despide tras tres jornadas llenas de momentos memorables, gargantas desgastadas y, cómo no, buena música

Si la palabra “Málaga” estuviera conformada por siglas, sin duda, su “M” inicial sería para “música”. Y es que la ciudad andaluza es una que siente la música dentro de sus venas, plagada de conciertos dentro de su agenda cultural y llena de talento en forma de artistas y bandas emergentes. Y una de las manifestaciones culmen de todo eso es el Brisa, un festival que ya lleva años siendo referencia de la provincia y de la comunidad autónoma. Así que este no es sólo un festival para ver a artistas consagrados, si no a otros que prometen serlo dentro de un tiempo y que hemos podido ver dentro de su cartel.

 Sin más dilación, esto ha sido el Brisa 2025:

 Si quieres puedes quedarte toda la noche conmigo… o no - Jueves 24

 La primera jornada del festival nos trajo únicamente cinco actuaciones, todas en el escenario principal y que sirvieron para abrir boca a un público malagueño sediento de música en directo… pero que, en general, supieron a poco.

 Abrieron Sanguijuelas del Guadiana bajo unas condiciones no muy favorables; con el duro sol de media tarde cayendo sobre el escenario y las caras de sus integrantes, factor que no les amedrantó y que supieron sobreponer para hacer una actuación bastante interesante. Guitarras crujientes, un setlist cargado de energía que “chupó la sangre” (en el buen sentido) y arrancó los coros a un público que, aunque reducido, estaba totalmente entregado. Se notó la presencia de gente de su tierra (Extremadura) que, con pancartas, banderas y su voz puesta en el cielo, fue un factor clave para llevar en volandas al grupo.

 Siguieron tras un pequeño receso Cariño, que salieron con todo al escenario a pesar de la falta de una de sus integrantes. Arrancaron de manera potente, con guitarras distorsionadas, melodías pop y una estética minimalista (fueron el único artista que no poseía visuales, en detrimento de una imagen estática que mostraron todo el concierto). El set tuvo un punto de inflexión con la interpretación de “Yo no soy tu tamagotchi”, en el que colgaron las guitarras en pos de una base más urbana que, quizá, no les sienta tan bien como cuando tienen las cuerdas colgadas. A las Cariño se les da mejor un poco de macarreo. El concierto retomó su rumbo con el cover que realizaron de C Tangana y su “Llorando en la Limo”, de lo más destacable del setlist y que sentó muy bien escucharla en formato emo-pop. Te quiero decir; ¿Tangana llorando en la limo? Pide a gritos un poco de emo dosmilero. A partir de ahí, retomaron su faceta más guitarrera, aunque sin mucho entusiasmo por parte de un público que no les dió demasiado Cariño, pero que pareció resucitar cuando acabaron cerrando con su hit “Si quieres”.

 Y llegamos al concierto más esperado del día: Viva Suecia, que abrieron con unos visuales atronadores y aprovecharon el hype del público para abrir de manera sorprendente. Fue, sin lugar a dudas, el grupo al que se le notaron más las tablas en el escenario, y que con una formación de siete integrantes supo despertar las gargantas de cada uno de los espectadores. Algunos de los puntos fuertes del show fueron la interpretación de “Lo Siento” (que sorprendió por la no aparición de Dani Fernández, que colabora en dicha canción y actuaba al día siguiente) pero que solventaron con “Sangre”, el último hit del grupo con Siloé, que sí hicieron acto de presencia en el escenario y acabaron por convertir al Brisa en una fiesta. También tuvieron su momento emotivo cuando pusieron a todo el público a cantar a capella el himno de Andalucía, porque Viva Suecia, pero Viva Andalucía también. Eso sí: el concierto pecó de ser quizá algo largo y, a ratos, descafeinado, ya que el grupo se hizo de rogar para tocar sus mayores hits e intercalaron varios bises para finalizar el set con “El Bien” entre confetis de colores volando por el cielo de Málaga.

 Cogieron el relevo Varry Brava ante un público desmantelado y que hizo estampida tras el concierto de Viva Suecia. No era un escenario fácil (en todos los sentidos de la palabra) pero el grupo alicantino supo sobrellevarlo muy bien. Transformaron el Brisa en una pista de baile con temas con reminiscencias ochenteras (que recordaban a ratos a La Casa Azul), sintetizadores y voces que invitaban al cante y a mover las caderas, como en “Playa” o “Raffaella”. A mitad del setlist, eso sí, cambiaron los sintes por los guitarrazos, demostrando que el rock se les da igual del bien que sus temas más bailables.

 Cerraron el día los DJ Juanca y Pope Supersub, que pusieron el broche a un primer día que no estuvo mal, pero que se sintió como un pequeño tentempié.

 Bailemos, al menos, una vez más. O dos. O tres - Viernes 25

 El viernes fue un día de alto voltaje; probablemente, el de más voltaje de todo el festival, con actuaciones memorables de artistas que se esperaban y de otros que esperábamos tanto. Pero vamos desde el principio.

 La tarde la abrió Melifluo, grupo conformado por dos integrantes de Supersubmarina mostrando su faceta más rockera, que dieron un buen concierto a pesar de la temprana hora (17:30) y de la poquísima afluencia de gente en el recinto. Una pena porque su setlist fue bastante sólido, con cortes destacados como “Ya no Soy el de Antes” o “Tiempos Raros”, uno de sus últimos temas.

 Y es que esto va de ex-miembros de grupos clave del indie español, porque tomó el relevo tras una breve pausa Albertinny, conformado por lo que ahora es la antigua banda de Izal. Estos se encargaron de bajar un poco las revoluciones musicales impuestas por Melifluo, a la par que iban subiendo (aunque poco a poco) los espectadores del recinto, que se acercaban a escuchar las canciones con tintes folk de la banda. Una calma antes de la tormenta (la mejor tormenta posible) de lo que serían las siguientes actuaciones, y que sirvió para calentar motores con canciones como “Intuición” o “Causas Perdidas”, en donde su cantante se enfundó una característica mandolina que, junto al resto de instrumentación acústica, dió un carácter nostálgico y emotivo al setlist.

 Eso sí, dentro de un festival no hay solo espacio para gente consagrada dentro de la música: también para los que están a las puertas de llegar a serlo algún día. Aquí nos movimos de escenario para ver a una de las bandas emergentes que formaban parte de la apuesta local de esta edición del Brisa: Polarnova, una banda de rock alternativo malagueña con guitarras potentes, letras en inglés y melodías que recordaban a ratos a unos modernos Arctic Monkeys. Su set contó con temas interesantes como “Breathing Trees”, “Touch of Bliss” o “Sleep Paralysis”, una de las más potentes. Un concierto muy disfrutable a pesar de los inconvenientes técnicos que tuvo que superar la banda (como la rotura del apoyo de la caja de la batería en medio de una de las canciones), pero que supieron solventar a la perfección. Tendremos que seguirlos la pista y apoyarlos. Cosa que el soporte de su caja, quizá, también debería de empezar a hacer.

 Ya llegados a media tarde, la salida de Califato ¾ al escenario se sintió como la irrupción de una apisonadora. Cargados de banderas de Palestina, música de semana santa fusionada con breakbeat y un cantante que salió vestido de judío ultraortodoxo haciendo un alegato en contra de la guerra. No dejaron indiferente a nadie, eso seguro, con un Manuel Chaparró que parecía más un speecher que un cantante y más un camaleón que un humano, con varios atuendos a lo largo de un setlist que contó con canciones como "Çambra der Huebê Çanto" o "Crîtto de lâ Nabahâ". Un set divertido, diferente y cargadísimo de crítica social.

 Tras eso, volvimos a la carga con otra de las apuestas locales del Brisa: Sike. Un grupo malagueño compuesto por jovencísimos integrantes que no superaban la veintena de edad, y que se vieron arropados por un montón de público local vestido con sus camisetas y coreando todas sus canciones. Una de las sorpresas del festival, sin duda, que ofrecieron un set espectacular cargado de melodías memorables, letras en castellano, ramalazos rockeros y funkis a partes iguales, y un talento descomunal por parte de sus miembros, que sorprendían por sus habilidades en los instrumentos y sus tablas en el escenario a pesar de su edad. Algunos de los temas que interpretaron fueron “Kuruma” o “Gris”, que fueron cantadas a pleno pulmón por los espectadores y despertaron las ganas bailes y pogos al público local (de hecho, de los pocos que vimos en todo el festival). Ojo a estos Sike, que “Sike” prometen. Y mucho.

 Tras nuestro paso por los escenarios más secundarios, volvimos al escenario principal para ver la actuación de Zahara, que salió al escenario elevándose al cielo de Málaga sobre una imponente tarima. Fresca, energética y que movió al público del Brisa con temas como sus hits “Con las Ganas”, “Stranger Things” o “Tuyo”. No faltó tampoco la crítica social por su parte, con comentarios hacia Ayuso o los precios de los alquiler en Madrid antes de meterse en un baño portátil para cantar “Las Ganas”, y seguir después con “Hoy la bestia cena en casa” o “Demasiadas canciones”. Con las ganas nos quedamos nosotros, eso sí, de seguir escuchándola a ella y sus canciones.

 Tras un breve receso y tiempo para cenar algo llegó la actuación más esperada del día: Dani Fernández. El madrileño salió al escenario arropado por una increíble banda conformada por seis integrantes con muchas ganas de comerse el festival. Ofrecieron un repertorio emocionante, cargado de temazos como “Dile a los demás”, “Disparos” o el temazo con Arde Bogotá “Sin Vergüenza”, que elevaron aún más si cabe la temperatura del festival. La actuación vocal de Dani también fue digna de alabar. No faltaron tampoco los momentos emotivos durante el concierto, parando un segundo entre canciones para hablar de su época más oscura y del fallecimiento de su abuelo, para retomar posteriormente los decibelios y acabar concluyendo el set con su famoso “Bailemos”, que dejó bailando al Brisa incluso después de dejar el escenario. Y que volveríamos a bailar una y otra vez.

 Por último (pero no menos importante) cerró la noche Siloé, que hizo honor a su nombre (extraído de un personaje bíblico) para hacer una actuación poco menos que apoteósica. Y eso que, tras el concierto de Dani Fernández, no era tarea fácil. El trío vallisoletano realizó una potente actuación ante un público que disfrutó con temas como “La Verdad”, “Todos los Besos” o su “Si Me Necesitas, Llámame”, que resonó en todo el festival con su frase “¿Qué tal si mandamos a todos a tomar por culo?”. Frase que, además, se vió estampada en multitud de camisetas a lo largo y ancho del recinto del Brisa. Una actuación memorable que parece mentira que salga de una banda conformada únicamente por tres integrantes. Y qué mejor manera que esa para acabar una jornada igual de gigante que su interpretación.

 Un último chute de cafeína para un final “sweet” - Sábado 26

 El último día del festival no estuvo tampoco exento de buenas actuaciones. Se encargó de abrir el escenario principal Neverland Bari, que salieron al escenario a darlo todo a pesar de la poca afluencia de público a esas horas, que quizá estaba reservando fuerzas para lo que venía después. Sintes y guitarras crunch que nos dejaron temas como “San Vicente Do Mar” o “Por si Mañana No Existiera”.

 Ya tras un breve receso llegamos a una de las actuaciones más sorprendentes del día: Carlos Ares y su banda folky, integrada por hasta siete personas, y que atrajeron a una masa importante de gente dispuesta a bailar todos y cada uno de sus temas. Puede que este concierto fuera, a todas luces, de los más emocionantes y que mejor sonó de todo el festival: canciones con potencia llevadas mayormente por guitarras acústicas, violines con un toque nostálgico y melodías de esas que te transportan a un tiempo pasado donde, seguramente, fuimos más felices. Cortes como “Rocío”, “Días de Perros” o “Importante” despertaron los aplausos del público y sus gritos de “Otra, otra” al finalizar del set. Una actuación poco menos que memorable.

 Tras esto, nos dirigimos a uno de los escenarios más pequeños para ver a Jassy Ojeda, músico malagueño que salió acompañado de una banda de otros tres integrantes y que dieron un repertorio de media hora con temas que mezclaban influencias diversas: reggae, funk, rock, pop… Letras en castellano que hablaban de vivencias personales, el mundo de la música o destacar dentro de un mundo lleno de competencias y egos en temas como “Alta Mar” o “Golden”.

 Tras esto regresamos al escenario principal, donde también había otro talento malagueño brillando sobre el escenario: Annie B Sweet, que regresaba a su tierra natal acompañado de una banda imponente, y cuya entera actuación se sintió como una reivindicación del talento local, como diciendo “Sí, siendo de aquí también se puede llegar alto”. Protagonizó una actuación emocionante en la que se pudieron escuchar temas como “Buen Viaje”, “Un Astronauta” o “Tu Pelo de Flores”, entre otras muchas.

 Nuevamente y después de esto nos trasladamos a uno de los escenarios más pequeños, en donde encontramos a Javier Lekkes, otra apuesta local del Brisa que se presentó en formato power-trío y ofreció la actuación, a nivel de sonido, más profesional de todos los artistas locales que vimos durante el festival. Potentes cortes que aunaban rock potente con pop, voces con autotune y letras que hablaban de problemas personales, desamores o complejos de “Niño emperador”. Habrá que seguirles la pista porque estos chicos suenan muy bien.

 Tomó el relevo en el escenario principal Miss Caffeina, cuyo cantante Alberto Jiménez salió al escenario enfundado en una túnica de monje y acompañado de una estética de culto, con una cruz de neón rosa a sus espaldas. Una entrada curiosa y sorprendente, sin duda, pero que nada tenía que ver con los temas bailables y con regusto a la movida madrileña que desplegaron después. Se sintió un poco “pegote” y como única manera de reclamar la atención de un público que ya estaba a reventar para ver su actuación. Dicho esto, no les faltaron los buenos temas, que consiguieron poner al Brisa a bailar con canciones como “Aquí nadie sabe tu nombre” o “Para toda la vida”. Y ojo, que no sólo se les dieron bien los temas con más presencia de sintetizadores, porque también protagonizaron temas más guitarreros como “Capitán” o “Hielo t”. Y es que, de hecho, esto fue una de las cosas que más sorprendió de su set: que parecían sentirse igual de a gusto ya fuera rock, pop o disco. Un concierto, sin duda, muy polivalente y nada descafeinado.

 Al finalizar Miss Caffeina, y antes de adentrarnos en la traca final del día, nos fuimos a otro escenario para ver a Nadie Patín, un grupo jerezano pero asentado en Madrid con sonido pop punk, letras en castellano y frases sobre desamores juveniles. Soltura y desparpajo no les faltó, y ofrecieron un divertido set ante un público que estaba abarrotado (y eso teniendo en cuenta que no era un escenario muy grande), e hicieron mover a todo el mundo al compás de canciones como “Espíritu Olímpico” o “Pedregalejo”. Y no vamos a engañarnos, también nos dejó a más de uno con ganas de desempolvar nuestro viejo patinete.

 Y llegamos probablemente al punto fuerte del día: Duncan Dhu. El famoso grupo de los ochenta salió al escenario con una bandaza de músicos que ofrecieron un set curioso cuánto menos. Lejos de interpretar la mayoría de sus canciones de la manera en que están grabadas originalmente, el grupo adoptó una interpretación más orientada al rock and roll y al country, lo que pareció dejar un poco frío al público malagueño, que solo pareció resucitar cuando sonaron sus dos mayores hits “Cien gaviotas” y “En algún lugar”. Un directo de Mikel Erentxun y compañía que, o lo amabas, o lo odiabas. Y aunque a nosotros nos pareció un directo interesante, no tenemos tan claro que el público del Brisa pensara lo mismo.

 Por último, La Casa Azul puso el broche final no solo a la jornada, si no a todo el festival con un directo muy “hot”. Literalmente: lleno de pirotecnia (de hecho, fueron los únicos en todo el festival que pusieron cañones de fuego para acompañar el ritmo de sus temas), sintetizadores, bases disco y temas bailables a más no poder. Un concierto muy entretenido que puso a bailar al Brisa por última vez con temas como “Los chicos hoy saltarán a la pista” o “Podría Ser Peor”. Y que, cómo no podía ser de otra forma, cerraron con “Revolución sexual”, que nos dejó revolucionados y con ganas de ver qué nos depara el próximo Brisa 2026.

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