 
La apertura de puertas, prevista para las 21:00, se retrasó unos minutos, algo no muy grave pero que viene siendo habitual en los últimos conciertos que se celebran en la sala Sónar de Compostela. El primero en salir al escenario fue Sienna, acompañado de su banda, dispuesto a defender su directo pese a un aforo escaso que rondó poco más del medio centenar de personas. Esta escasa afluencia no es un hecho aislado: las salas pequeñas y las propuestas ajenas al mainstream llevan tiempo sufriendo este tipo de ausencias.
Se pueden barajar dos motivos: por un lado, el público parece estar ahorrando para costearse abonos y gastos de los macrofestivales que se perpetran en Galicia cada verano. Por otro, quizá nos hayamos vuelto tan "borregos" que solo asistimos a conciertos de bandas que nos recomienda Spotify, algunas revistas o cualquier otra autoridad musical algorítmica. Sea como sea, el espíritu de descubrir propuestas nuevas parece cada vez más difuso.
En lo estrictamente musical, Sienna dio un buen concierto. A estas alturas ya llevamos unos cuantos años viendo y escuchando a este artista, y si algo ha demostrado siempre es que le da igual estar en el escenario principal de un festival que tocar para unas pocas decenas de personas en una sala pequeña. En Compostela, repasó las canciones de su último trabajo, "Trance", sin olvidarse de temas anteriores que su público reconoce y canta. El setlist lo dejó claro:
Setlist Sienna (Sala Sónar):
       Intro
FUERAX3
        Como un animal
        Cristales en mi mente
        Se me para el tiempo + Reprise
        Como dos cometas
        Podría parar de pensar
        Los insensatos
        Creí que era eterno
        Tengo que soltar
        Tu fiel jodida mitad + Simulacro (acústico entre el público)
        Bendice (tema inédito)
        Una presa que atacar
        Épico y mortal
        Esto no es el cielo
A medio concierto, Sienna tomó la palabra para contarnos que tras casi dos años de gira, ya estaba preparando nuevas canciones. Aún sin fecha ni forma definida, se animó a estrenar una de ellas, titulada "Bendice", que mantiene el estilo y la sonoridad de los temas de "Trance", pero con una potencia especial.
En dos ocasiones, Sienna se bajó del escenario para cantar y bailar entre el público, y en una tercera se marcó un acústico rodeado por la gente, solo con su guitarra. Lo suyo no es pose: es entrega real, y eso se nota. Sienna sigue demostrando concierto tras concierto que tiene una de las mejores voces del panorama actual, y que además le encanta jugar con los falsetes, recursos vocales que borda con naturalidad.
Al acabar el concierto, Sienna y su banda se mezclaron entre el público, se sacaron selfies y charlaron con cualquiera que se les acercase. Y no solo eso: se quedaron después para disfrutar también del concierto de Hoonine.
Hoonine: electrónica íntima en una sala medio vacía
En un tiempo récord, los chicos de Sienna desmontaron su equipo mientras Hoonine y sus compañeras montaban el suyo. El relevo fue ágil, pero también marcó un cambio abrupto en el ambiente: la mitad del público se marchó tras el primer concierto, dejando la sala aún más desangelada. Aun así, Hoonine supo leer la situación con honestidad y fue lo primero que agradeció: a quienes decidimos quedarnos a escuchar lo que tenía que ofrecer.
Sola sobre el escenario, rodeada de sintetizadores y algún que otro “juguete sonoro”, propuso un viaje electrónico con una voz que se adaptaba perfectamente al paisaje musical. A ratos, sus canciones recordaban a los momentos más etéreos de los mejores álbumes de Moby, con coros y ecos flotando sobre una base rítmica envolvente. En otros, el protagonismo fue para ritmos más duros, con bases cercanas al techno y al hardtechno, que remitían directamente a las nuevas propuestas electrónicas que están consolidando bandas como Delaporte.
Ahora bien, por momentos –quizás demasiados– la actuación se acercó más a una sesión de DJ que a un concierto al uso, algo que no termina de funcionar cuando el público espera cierta conexión directa con la artista, más allá del beat. Aun así, se agradeció su intento por reinterpretar el formato y llevarlo a su terreno. Especialmente llamativa fue su versión de “Tú me dejaste de querer”, de C. Tangana, una reinterpretación libre que encajó con naturalidad en el contexto de su propuesta.
Hoonine dejó claro que lo suyo es una propuesta diferente, cuidada y con personalidad, pero también consciente de que no está pensada para todos los públicos. Quizá ese sea precisamente uno de sus mayores valores: no querer gustar a todo el mundo.